Una vidente «adivinó» en 2014 dónde estaba el cuerpo de Marta del Castillo, la niña sevillana asesinada unos años antes cuyo cadáver, a día de hoy, sigue sin aparecer. Se dice, incluso, que fue la policía, abrumada por la falta de pruebas en el caso, la que se puso en contacto con esta persona con «superpoderes».
Antes, la misma vidente que decía haber visto en las cartas, en la bola de cristal, en los posos del café o en un sueño —vaya usted a saber dónde— el lugar en el que (no) descansaban los restos de la pobre chica asesinada hizo más de cien llamadas a los destrozados padres de la criatura para que se hicieran con sus servicios; y luego intentó vender la historia a una televisión.
La misma vidente que decía haber visto en las cartas, en la bola de cristal, en los posos del café o en un sueño... Clic para tuitearAlgo similar sucedió en 2007, año en que desapareció en el Algarve portugués la niña británica Madeleine McCann. Una «vidente psíquica» (¿pondrá en su tarjeta de visita que es «vidente psíquica»?, ¿qué coño es una «vidente psíquica»?) aseguró haber tenido tres visiones en las que se le reveló —no especifica quién hizo la revelación, si fue Dios, Lucifer, Alá, Júpiter, Odín o los espíritus, así, en general— el paradero de la niña. Exigió un pago anticipado para desbloquear el secreto, como quien necesita comprar oro o piedras preciosas en un videojuego para avanzar a la siguiente pantalla.
En el mismo nivel, igual de irritantes para mí, están los curanderos. Hombres o mujeres que dicen poder terminar con tus males imponiéndote las manos, encendiendo unas velas o matando una gallina en tu presencia. Si tecleamos «curandero» en la web mil anuncios (punto) com, aparecen más de 40 anuncios de personas que se ofrecen para adivinar el futuro, arreglar los problemas de pareja, quitar el mal de ojo, proteger contra la brujería, mejorar en los negocios, ganar un juicio e, incluso, resolver esos problemillas de impotencia sexual que tanto agobian a algunos hombres.
Todos estos charlatanes aseguran resultados al 100 % de eficacia, se publicitan como personas discretas y de confianza, incluso en ciertos casos nos dan algunos datos sobre el origen de su poder: casi todos sintieron que eran diferentes desde niños, que han sido bendecidos con un don que llevan con mucha resignación, una pesada carga no elegida que, pobres, ponen a disposición del mundo de forma desinteresada, a cambio, eso sí, de alguna gratificación económica.
Pero lo cierto es que videntes, chamanes, brujas y curanderos juegan con la desesperación de las personas, con su impotencia o su ignorancia; personas que, a menudo, creen que no tienen nada que perder, y abandonan tratamientos médicos porque les han convencido de que un tipo que les sopla en la frente es más eficaz que la quimioterapia para eliminar el cáncer que les acecha. O se arruinan ellos y sus descendientes porque se agarran a la esperanza de una mágica solución a sus problemas si entregan todo su patrimonio —al fin y al cabo, el dinero solo es dinero— a un maestro de la adivinación sin escrúpulos.
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