Durante ocho años y medio Víctor J. Sanz (Madrid, 1967) fue director financiero en una multinacional del sector de las tecnologías de la información. En esa etapa sobrevivió a comer fuera todos los días, a casi dos paquetes de tabaco diarios y a jornadas, en ocasiones, de doce o catorce horas. Dice que un día abrió los ojos y tomó la decisión de dejar ese mundo. Y se puso a escribir.
A escribir y a un montón de cosas más: fundar una revista y una editorial, crear una escuela de formación de escritores, impartir cursos de narrativa… y publicar libros, claro, libros para que mejoremos nuestra escritura, para que encontremos la inspiración o para que aprendamos a hablar en público.
Pensándolo bien, su ritmo de trabajo sigue siendo frenético, pero sin dos paquetes de tabaco diarios.
«Cuando abrí los ojos, vi un mundo distinto, un mundo en el que quería vivir de otra manera, menos dependiente de imposiciones externas. He dejado Madrid y vivo en un pueblo de la costa alicantina en el que me he reencontrado con las playas en las que tantas veces jugué de niño durante las vacaciones. No sé si vine en busca de ese niño, pero es con sus ojos con los únicos que quiero mirar el mundo», explica.