¿Si volvieras atrás… tomarías las mismas decisiones? Las grandes y las pequeñas; las vitales y las insignificantes. ¿Tomarías las mismas?
Haz un repaso a algunas de tus grandes elecciones: esa persona con la que quedaste a tomar un café hace diez años y ahora… ahora ya no existe, nunca la volviste a ver. O sí, o está contigo y comparte tu vida. O la compartió un tiempo y luego os disteis cuenta de que aquella no había sido la decisión correcta —otra vez las decisiones—.
Vamos con las profesionales: hace años que sabes que ese trabajo no es para ti, que no te hace feliz. A lo mejor es que tus expectativas eran muy altas o, puede ser la explicación, que tienes una idea equivocada de lo que es la felicidad laboral. El caso es que no te decides, no eres capaz de desvincularte. Pudiste hacerlo, pero ahora… ahora ya no puedes. No tomaste la decisión. No tomar decisiones es también decidir.
Tomar decisiones en detalles
Y eso si hablamos de elecciones mayúsculas. Lo que ocurre es que veces no son las trascendentes las que han cambiado o han podido cambiar tu vida, a veces son pequeños detalles del pasado los que te llevaron a un lugar inesperado.
Por ejemplo: ¿qué hubiera pasado de no haber respondido aquella llamada, de no haberte quedado a tomar la última, si, por qué no, hubieras decidido que las vacaciones aquellas en las que descubriste lo que no querías descubrir tenías que pasarlas en un lugar diferente?
No tomar decisiones es también decidir Clic para tuitearQuizá una casualidad —aquel día caminaste por una calle por la que no solías ir— permitió que te encontraras con alguien que te dio un teléfono que después fue una oferta de trabajo, que, además, esa persona también había conocido por casualidad, pero que hizo que te desplazaras a aquella ciudad a una entrevista en la que, quizá, alguien que no iba a estar estuvo porque le interesó una minúscula línea de tu curriculum, una que estaba oculta tras una licenciatura, un máster, un nivel de idioma.
Y ahora, años después, quiénes de los que leéis esto os preguntáis lo que hubiera sucedido si aquella vez—imaginad vosotros cuál— la decisión hubiera sido otra y no la que escogisteis. Y quiénes de vosotros, quiénes de vosotras, no vais a fantasear ahora, tras leerme (quizá también por casualidad) con lo que sucedería si rebobinase la película de vuestra vida y hubierais decidido estudiar otra cosa, amar a otra persona o, simplemente, no haber perdido este ratito leyendo.
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