Hace tiempo que decidí no hablar de política en las redes sociales. Tampoco en el blog. Por supuesto, tengo mi opinión sobre las cosas; también he votado en todas las elecciones —solo me he perdido unas, que llegué tarde al voto por correo—.
Pero no hablo de política en internet. Twitter es un estercolero. En Facebook se han excavado trincheras.