Ser especial es un arma de doble filo.
Ser —o sentirse— único, diferente, tiene el punto a favor de la exclusividad. Lo cotizado, a lo que nuestra sociedad le otorga valor, suele ser exclusivo: joyas únicas; la moneda que se acuñó con una muesca que no tiene ninguna otra de su serie; el disco del grupo x en el que, de forma inadvertida, quedó grabada la voz del cantante pidiendo una hamburguesa al terminar de cantar…