Hace exactamente tres años y dos días publiqué la primera entrada de mi renovado blog. Si recordáis lo que escribí (aquí la tenéis, no hace falta que hagáis memoria), en ella hablaba de las promesas que todos nosotros nos hacemos proyectando nuestros deseos para el año que comienza.
Han pasado tres años y 217 entradas de blog —¡casi nada!— y echo la vista atrás para preguntarme si aquellos deseos, aquellos propósitos, se cumplieron.
Me propuse aprender a hacer sushi. LO CUMPLÍ.
Me propuse leer dos libros al mes. MITAD CUMPLIDA. Más o menos estoy en uno al mes, dependiendo de la época del año y el volumen de trabajo.
Me propuse escribir todos los días. NO CUMPLIDA. Aunque he escrito bastante, no todos los días. Promesa renovada para 2020.
Quise terminar la novela. CUMPLIDA. Por ahí está dando vueltas, por distintas editoriales. A ver si hay suerte y se publica pronto.
Me propuse muy seriamente enfadarme menos… CUMPLIDA A MEDIAS. Ahí lo dejo.
Me prometí que iría más a Cádiz. NUNCA SE CUMPLIRÁ. Voy todo lo que puedo y nunca me parece suficiente. Love you, Cádiz.
Aposté por decir “sí” más veces y también decir “no” más veces. CUMPLIDÍSIMA.
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