No es extraño que un largometraje se base, con más o menos fidelidad, en una obra literaria previa. De un tiempo a esta parte, además, también algunas series de televisión tienen su origen en un libro o en una serie de libros (Juego de tronos, por ejemplo).
El caso de The Walking Dead (la serie de zombis más exitosa de la televisión) es peculiar (aunque no único). Su origen no es un libro, sino un cómic creado por Robert Kirkman en 2003 que se ha traducido al español como Los muertos vivientes. Mientras que la serie de televisión va ya por su sexta séptima temporada, se han publicado a día de hoy en España más de 130 números del cómic, con una periodicidad mensual.
Hasta aquí, todo estupendo. El problema llega cuando comienzan las comparaciones entre ambos productos culturales, y entonces algunos puristas dicen que la serie no está siendo fiel al cómic, que en televisión aparecen personajes que no existen en el cómic o que las tramas se alargan o se acortan a conveniencia.
A continuación voy a hacer una reflexión sobre estas críticas, partiendo de una premisa que voy a intentar defender en el caso de The Walking Dead, pero que creo que es válido para cualquier situación similar: el cómic y la serie son dos productos culturales (dos modos de expresión) distintos, no tienen por qué ser exactos.
Aviso: no hay spoilers (la Fundéu recomienda sustituir la palabra «spoiler» por la española «destripe», pero no me acaba de salir hacer eso…).
- El cómic y la serie están vivos… y esto es un problema. No digáis que no es gracioso que haga esta afirmación en una serie de muertos vivientes… 🙂 Pero es cierto. Quienes siguen el mes a mes del cómic y ven también la serie contemplan cómo van creciendo ambos productos, hacia dónde caminan, cómo evolucionan… Primero sale el cómic; luego, la serie. Y es inevitable comparar. El problema es que, como nos decían en el cole, estamos comparando peras y manzanas… y si haces esto, estás muerto (estoy que me salgo con las metáforas).
- El cómic y la serie son productos distintos. No me gusta mucho utilizar la palabra «productos», así que que le añadiremos el apellido «culturales». Y los dos «productos» son diferentes (y no pasa nada por que lo sean). Para mí, lo importante, lo trascendente, es que la serie respete el espíritu del cómic (el producto original), que no es otro que plantearle al lector qué sucedería si el modo de vida que conocemos hasta ahora desapareciese, si terminase nuestra civilización como es actualmente. Vamos, que aunque no os lo creáis, los zombis son lo de menos.
- El cómic y la serie tienen cauces expresivos diferentes. Si respetan esa esencia argumental de la que hablaba antes y que los une, lo normal es que luego exploren distintas posibilidades. En primer lugar, porque la tele y el cómic tienen cauces expresivos diferentes, instrumentos distintos para contar las cosas. En segundo lugar, porque me resulta interesantísimo que la serie decida darle más protagonismo a un personaje con respecto al que ha alcanzado en el cómic, incluso introducir alguno que no existe en el cómic (Daryl, por ejemplo), que aporta un rol que no está contemplado en el cómic. O que estire una trama que visualmente tiene más recorrido en la televisión que en el papel (la estética también cuenta, ¿no?).
¿Por qué no? ¿Por qué han de coincidir exactamente? Las comparaciones y las críticas serían las mismas y, encima, no disfrutaríamos de las aportaciones novedosas de la serie.
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