Los que hemos pasado nuestra infancia en los 80 hemos tenido abuelos que vivieron —algunos murieron— la Guerra Civil española. Ellos, a su vez, ya nacieron en época de confrontación: la Primera Guerra Mundial, la guerra de África… Nuestros padres nacieron en plena posguerra, en unos años 40 de hambre, de hambre de verdad, de la que nosotros no conocemos, y también de más guerra en el continente europeo, una Segunda Guerra Mundial.
Nosotros, sin embargo, llegamos justo en la España posfranquista, la del destape, la de Pajares y Esteso; la España de la movida, la heroína, el bingo o las suecas; la de Torremolinos y Benidorm, Naranjito y, vale, también la del 23-F. La España de Hombres G y Samantha Fox.
En nuestro chip vital, en la placa base, aceptamos que lo normal es la paz y la guerra es lo anormal, lo que pasó hace mucho, lo que sucede lejos. Como me enseñó un buen amigo hace unos días tras una dolorosísima pérdida personal, en Occidente tenemos asumido que la vida es lo normal y la muerte es lo extraordinario.
Eso pensamos cuando no hay guerra.
En Occidente tenemos asumido que la vida es lo normal y la muerte es lo extraordinario Clic para tuitearEntonces abres los ojos, giras un poco la cabeza hacia los lados y descubres —primera lección— que en la mayor parte del mundo esto no es así, que la muerte y la vida se confunden y entrecruzan a diario, que hay lugares que jamás han conocido la paz, ni siquiera un mínimo de estabilidad, pero que, incluso en estas condiciones —segunda lección— la mayoría de las personas buscan convertir su realidad en algo habitable.
Lena Merhej y la novela gráfica
Lena Merhej es una escritora, diseñadora y dibujante libanesa. Nació en 1977. Su país ha estado en guerra civil desde 1975 hasta 1990 y sufre una inestabilidad permanente hasta hoy en día. Merhej es la autora de la novela gráfica Yogur con mermelada o cómo mi madre se hizo libanesa, un magnífico libro en el que narra de una forma peculiar su infancia y juventud en el Líbano.
En el prólogo de la versión española del cómic, Gonzalo Fernández recuerda un dicho libanés en el que las madres libanesas sugieren a sus hijos que, si sucede algo, se separen y vuelvan a casa por caminos distintos para no morir todos juntos.
Lena Merhej utiliza una curiosa técnica para narrar Yogur con mermelada o cómo mi madre se hizo libanesa en la que el espacio y el tiempo se convierten, como dice Gonzalo Fernández, en un personaje más. Por eso esta novela gráfica merece varias lecturas con distintos niveles de atención y también porque, a pesar del trasfondo, desborda humanidad, momentos divertidos y esperanza.
Como sucede cuando no hay guerra.
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