¿Dormirías varios días a la puerta de un polideportivo para asistir al concierto de tu artista favorito? Quizá ya lo has hecho. Eso o algo parecido. Quizá has recorrido España, qué digo, has recorrido media Europa hasta que se te ha terminado el dinero siguiendo los pasos de un cantante o una cantante de moda. A lo mejor, incluso, has tenido la suerte de cenar con él o con ella, conocer a esa persona de cerca, traspasar algunas barreras de intimidad. Antes de eso has grabado todas sus intervenciones en televisión, has comprado todos sus discos y, con toda seguridad, recopilas varios álbumes con recortes de entrevistas, noticias y fotografías.
¿Qué estarías dispuesto hacer?
Estás dispuesto a hacer eso y más.
Los límites de lo posible, incluso, a veces, de lo razonable, se amplían también cuando alguien se marca una meta; digamos, por ejemplo, una meta deportiva. Años de esfuerzo para saltar más, nadar más, arañar unos segundos al crono…
Los límites de lo posible, incluso, a veces, de lo razonable, se amplían también cuando alguien se marca una meta Clic para tuitearSeis días a la semana siguiendo una dura rutina de entrenamientos, una estricta dieta sin un gramo más de lo marcado, sin una alegría al cuerpo. Si acaso, el domingo o el día de descanso te permites el lujo de comer un pequeño pastel (una cantidad prefijada, pesada en una báscula). La familia, si no está cerca, por teléfono. Nada de parejas. Por llegar, digamos, a unas olimpiadas, estarías dispuesto a hacer eso y más. A veces lo piensas (te lo han ofrecido) y te planteas si merece la pena arriesgarse: tomar algo que te ayude, que mejore tu rendimiento.
¿Estarías dispuesto? ¿Estarías dispuesta?
Dilemas morales: ¿estarías dispuesto a…?
El mundo actual nos pone en otro tipo de aprietos, estos de carácter, por decirlo así, «intelectual». Eres una persona de principios sólidos, crees en la justicia social. Te irritan, como me irritan a mí, los poderosos sin escrúpulos. Te planteas, tal y como yo lo hago, si algunas personas o algunas empresas no merecerían el boicot de los ciudadanos, del planeta entero, de la buena gente que hay en este mundo. En alguna ocasión ha tenido éxito.
Y entonces tomas decisiones sobre lo que estás dispuesto a hacer por mantener esa coherencia, por ser fiel a tus principios: en estos grandes almacenes no compro un libro; en este banco no dejo mis ahorros, que parece ser que tiene participaciones en la industria armamentística; de esta marca que emplea a menores no vestiré jamás; por supuesto, que no cuenten con que lea nada de este escritor que fue afín al nazismo; ni hablar de comer naranjas que no hayan salido directamente de la huerta más cercana.
¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar? Estarías dispuesto a hacer eso y más.
Vamos a pensar ahora en alguna situación extrema, voy a ponerte en una tesitura a la que, ojalá, no tengas que enfrentarte, una circunstancia que exija que te plantees si serías capaz de llegar a algunos extremos. Por ejemplo, ¿comerías carne humana? No es una locura; es improbable que debas ni siquiera imaginarlo, pero conocemos casos.
Podríamos plantear otros dilemas morales.
¿Qué estarías dispuesto a hacer en caso de extrema necesidad? Por ejemplo, en el caso en que necesites robar para mantenerte tú o mantener a tu familia. ¿Venderías tu cuerpo? ¿Venderías tu alma? Supón (otro dilema indeseable) que debas elegir a quién salvarle la vida, sabiendo que con tu elección condenas a otra persona. ¿Mejor una que ninguna? Y no te cuento nada si te vieras en peligro: ¿estarías dispuesto a sobrepasar algunas líneas rojas, por ejemplo, a emplear la violencia?
Qué estarías dispuesto o dispuesta hacer para que te quieran. Qué estarías dispuesto o dispuesta a hacer para que te aceptaran en un grupo.
Qué estarías dispuesto a hacer.
¡Eh! Si te apetece, deja un comentario! ¡Y si quieres recibir las actualizaciones del blog, suscríbete!
1 comentario
En mi caso creo que sería fácil. Estaría dispuesto a hacer lo necesario siempre que no me plantee un dilema moral o un daño irreparable.