
Nada, ni un rasguño. Una vez más. Toca el suelo y nota un vacío en el estómago, pero no es dolor. Salta sin cesar: una, dos, tres… cien veces. Mañana volverá a intentarlo. Papá ha llegado a recogerle y debe abandonar el castillo flotante.
Nada, ni un rasguño. Una vez más. Toca el suelo y nota un vacío en el estómago, pero no es dolor. Salta sin cesar: una, dos, tres… cien veces. Mañana volverá a intentarlo. Papá ha llegado a recogerle y debe abandonar el castillo flotante.