NOTA: CASUALIDADES DE LA VIDA, ESTA ENTRADA ESTABA ESCRITA ANTES DE LA ENTRADA EN ERUPCIÓN DEL VOLCÁN DE LA PALMA
Hola, me llamo Fulanito y soy volcánico.
—¡Te queremos, Fulanito!
El primer paso para controlarlo es reconocerlo.
Hay distintas señales que indican la pronta entrada en erupción de un volcánico o volcánica: su cara adquiere una tonalidad rojiza, aprieta la mandíbula para tratar de contenerse, incluso es posible que se rasque las manos con fruición por los nervios.
Las causas de la erupción de una persona volcánica pueden ser diversas. En muchas ocasiones es la acumulación de razones en el tiempo lo que lleva a estas personas a estallar. Frecuentemente sucede que lo último, lo que ha provocado su ira, sea una absoluta estupidez, pero es que ya venían reteniendo gases, cenizas y lava demasiado tiempo.
Otras veces no es la acumulación lo que enciende la mecha, porque las personas volcánicas —para qué engañarnos, insisto en que reconocerlo es el primer paso— son de gatillo fácil. Píllalos en un mal momento y sufre las consecuencias como las sufrió Pompeya.
Cuando las personas volcánicas están inactivas, los demás pueden subestimar el riesgo que representan. No siempre se ve venir una erupción, es muy posible que entre explosión y explosión puede pasar un periodo de tiempo largo. Más aún, son muchas veces gente amable y simpática que tiene ese pequeño «defectillo» de calentarse deprisa.
Pero sobre todo, sobre todo, los volcánicos no soportan a los pasivos.
Por último, la población en general debe saber que las personas volcánicas son las primeras en sufrir las consecuencias, que se traducen en malestar, desazón y, muchas veces, remordimientos.
Si eres un volcánico o volcánica, deja un comentario en el blog contándonos tu experiencia. De todo se sale. 😊
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