De un tiempo a esta parte miro las etiquetas de los alimentos. No lo es todavía, pero empieza a convertirse en una obsesión. Como dice la desafortunada rima del título de este post (lo siento), comienzo a tener «obsesión por la nutrición».
¡Ojo!, que creo que mis hábitos alimenticios no son malos del todo, lo que sucede es que ahora estoy más informado (a veces «sobreinformado», glups) sobre cómo son y qué llevan los alimentos que consumo. La primera conclusión que saco de todo lo que voy aprendiendo (venga, llamadme conspiro-paranoico) es que nos engañan o, cuando menos, que la industria alimentaria nos toma el pelo.
A veces, el engaño es burdo o, simplemente, estúpido. En estos días, Alcampo ha pedido perdón por su (ridícula) campaña de productos azules. Supuestamente, los productos azules eran productos saludables, una selección que hacía el supermercado (y que señalizaba con mucha claridad en azul) para que los consumidores y consumidoras los tuviésemos accesibles. Hasta aquí, todo bien. Quien parece que no estaba tan bien era quien les hizo la selección, porque incluyó productos procesados, golosinas y hasta tartas. Algo no me cuadra, friends.
El caso es que Alcampo ha tenido que rectificar, pedir perdón y retirar la campaña. Eso sí, lo hace llamando subrepticiamente gilipollas a los consumidores, porque dice que es que no hemos entendido bien lo que pretendían. Y tanto.
Hay otros casos, sin embargo, más sutiles.
Os pongo un ejemplo: vais al supermercado y os llama la atención un envase modernito de nachos que dice así: «Triángulos de trigo sarraceno con quinoa y amaranto». ¡La caña! No sé muy bien qué es todo eso, pero tiene que ser sano. Ay, amigas y amigos, qué equivocados estamos: esos nachos están hechos con harinas refinadas y con aceite refinado de maíz. Que no lo digo yo, que lo dice Andrea Cañas en su Instagram:
«Ni bajos en calorías ni nada, harina refinada y aceite refinado, ¡de eso no queremos! ¡[Están] hechos con harinas refinadas y aceite refinado de maíz: y punto!».
Influencers, realfooding y coaching nutricional
Mi obsesión por la nutrición (ains, qué rima más fea) ha comenzado en Instagram. Allí sigo a Andrea Cañas Onzain, una nutricionista que da consejos sobre alimentación y, lo que más me mola, hace honor a su apellido dando caña a algunas marcas por los productos que nos venden. Hace una fotografía a la etiqueta de ese producto y la destripa. Y debo reconocer que he aprendido mucho, aunque a veces me siento abrumado por la cantidad de cosas que hay que tener en cuenta.
También sigo a Carlos Ríos, un nutricionista onubense que apuesta por comer «comida real». Me encanta la idea, que es muy simple: por qué comer productos procesados si los alimentos sin procesar, los «normales», por decirlo de alguna forma, ya nos ofrecen todo lo que necesitamos para alimentarnos de forma saludable.
La idea es simple y es buena. En su blog explica con claridadqué son los alimentos procesados y propone un reto que consiste en estar 30 días sin comerlos. Me gusta. Eso sí, una crítica sin acritud, Carlos: ¿por qué tenemos que llamarlo realfood o decir realfooding o, peor aún, identificarnos como realfooder?¿Sabes que Cervantes no puede descansar tranquilo en su tumba, allá donde esté, por esta razón?
Os toca. Me gustaría conocer vuestras opiniones sobre estos temas. ¿Me dejáis comentarios?
¡Eh! Si te apetece, deja un comentario! ¡Y si quieres recibir las actualizaciones del blog, suscríbete!
4 comentarios
Estimado Juan,
En nuestros días, y especialmente si vives en dad, creo que es prácticamente imposible alimentarse con comida no procesada. Otra cosa es lo que cada uno se crea
No sé si imposible, pero desde luego que es difícil.
Saludos
Creo que el principal problema nutricional que tenemos se llama tiempo. Más bien, falta de tiempo, que nos complica ir al mercado y abastecernos de alimentos frescos. Y no desterremos los procesados (un yogur natural sin edulcorar ya lo es) sino esos ultraprocesados con demasiados ingredientes y mucho E- y mucho número. Ea. Que se note que también estoy enganchada al tema, jajaja.
Pues sí, estoy de acuerdo contigo. Y por cierto, estás muy puesta en el tema, jejeje