Yo nunca he hecho un «simpa». Por lo menos, no a propósito. Lo prometo.
Sí, ya sabéis, un «sin pagar», lo que coloquialmente llamamos un «simpa», con ‘m’ en vez de ‘n’, porque en español antes de una ‘p’ siempre hay que poner una ‘m’… Pues yo nunca he hecho uno.
Suena un poco contracultural. Incluso creo que es arriesgado por mi parte revelar así, a lo loco, a pecho descubierto, que jamás he salido de un bar sin pagar la cerveza aprovechando que estaba atestado de gente. Tampoco me he ido nunca de un restaurante con el viejo truco de ir al baño y después pasar de largo de tu mesa y salir por patas a la calle; o fingiendo que hablaba con el móvil mientras te alejas cada vez más del chino en el que has comido. Ni siquiera (hay que ser necio) me he bajado de un taxi todavía en marcha para no abonar la carrera.
Tampoco eso.
Venga, que levante la mano quien nunca haya hecho un «simpa». ¿Nadie? ¿Tú? ¿También tú has hecho uno? ¡Me parecías un tipo honrado! A lo mejor exagero, no sé. Total, es más una hazaña adolescente que otra cosa. No habré tenido infancia. Ni adolescencia. Soy un bicho raro, un inadaptado, un cobardica, un piltrafilla. ¡Quién se va a fiar de alguien que nunca se ha marchado de un sitio sin pagar!
«Hola, soy Juan y nunca he hecho un ‘simpa’». «Te quereeeemooos, Juaaaan».
No, esperad, no se acaba ahí la cosa. Lo confieso: una vez volví a un restaurante de Madrid a pagar un zumo de naranja que no habían incluido en la cuenta. Y se quedaron tan impactados que me lo regalaron. Me dieron las gracias y luego me señalaron con el dedo cuando salí del establecimiento. ¿Cómo os quedáis? Estoy enfermo.
Coño, si en este país un «simpa» es una tradición, un rito de paso, una aspiración. Se podría decir que quien no ha hecho uno en su vida no es español. Así de crudo: un paria, un traidor, inane cuando menos. ¿Qué me decís de los 120 invitados a un bautizo en León que se piraron sin abonar 2.000 euros del banquete? ¿Y los que fueron capaces de hacerse un «simpa» colosal dejando sin pagar 30.000 pavos del catering de una boda?
Impresionante. Asombroso. Delirante. ¡Qué ingenio!
Siento tal congoja que me estoy planteando probarlo. Aquí, en mi barrio, hay un garito que siempre está hasta arriba. No se enterarán. Si están siempre hasta los topes. Total, qué son 20 eurillos… Me acuerdo que una vez me dieron la vuelta mal y me sisaron10 céntimos. Seguro que no soy el único, lo habrán hecho con otros clientes. Y ya se sabe, céntimo a céntimo se construye una fortuna.
Lo tengo claro, lo voy a probar. No está todo perdido. Mañana, pasado, o al otro, cuando sienta «eso» dentro de mí, seré como todos vosotros. Yo que nunca he hecho un «simpa».
¡Eh! Si te apetece, deja un comentario! ¡Y si quieres recibir las actualizaciones del blog, suscríbete!
9 comentarios
Podemos hacer una Asociacion de Incapacitados para el Simpa Anónimos, hacer reuniones de esas con muchos donuts como en las películas y toda la parafernalia…
Me parece buena idea lo de los donuts. 😉
Lo de la asociación… jajaja, habría que darle una vuelta.
¡Gracias por pasarte por aquí!
Hala Juan!!! Yo nunca lo he hecho ni lo haré! Ni me parece bien ni honrado y ademas pienso que si he utilizado algo, comido o comprado, lo justo es pagarlo…muybueno tu articulo!!! Abrazos!
¡Gracias por pasarte!
Pues yo tampoco he hecho ninguno, al menos de forma consciente. Por cierto, cuando te decidas a hacerlo, por favor que no esté yo, que me muero de vergüenza. Un abrazo.
Jajaja, vaya, yo que iba a elegirte de cómplice…
Hola:
Yo tampoco he hecho nunca un simpa, pero si he visto hacerlo, o al menos, algo parecido. Por si te sirve, ahí va: Trabajando de extra en un restaurante, a punto de limpiar la mesa de la que se acababan de ir veo que el chico de la mesa de al lado se levanta (ya había pagado su cuenta), se acerca a la mesa que (yo) tenía que limpiar, coge la propina que habían dejado, se la mete en el bolsillo y se marcha. Esto… ¿Puede considerarse como simpa de segunda clase? ¿O algo así?
Mmmm, es algo así como un simpa de segunda generación, ¿no crees? 😉
Bueno, tiene toda la pinta. No es un simpa, en sí, pero casi… ¡Saludos!