Me gusta la Navidad. Siempre ha sido así. Y me gusta a pesar de todo, como ya os contaba en el blog en unas navidades pasadas, más alegres para mí que estas. De verdad que me gusta la Navidad.
Os pasará, estoy seguro, que en Navidad es más evidente el vacío, el hueco de quienes nos faltan, de aquellos a quienes perdimos. Es, además, un vacío pesado, plomizo, que te arrastra a la melancolía, a la frustración, no pocas veces a la incomprensión y a la rabia. Un vacío que nunca jamás se llena.
A mí me sucede —no sé si a vosotros también— que me alivia saber que muchas veces las navidades fueron para ellos, para los que no están, motivo también de alegría, y que tuvieron la generosidad de transmitírnosla, incluso cuando ellos también cargaban con sus pérdidas, a pesar de lidiar con sus propios vacíos.
Así que estos días voy a hacer de tripas corazón, y aunque tenga que forzar una sonrisa algún minuto, no pienso ceder, no voy a abandonarme al dolor de la pérdida. Porque, además, no los he perdido: están siempre en mi memoria.
Feliz Navidad.
Foto: Markus Spiske
7 comentarios
He reenviado este artículo a 4 personas que están, estas Navidades, en la musma situación que tu. Seguro que les hace mucho bien leerte. Gracias, Juan.
Pues me alegraría mucho que así fuera. ¡Feliz Navidad!
Un beso, querido sobrino y querida familia, con todo mi cariño, y también mi recuerdo de corazón para los presentes y espercialmente los ausentes. Juan Luis y Nines han sido siempre muy queridos para mí. Y seguirán siendolo.
Un beso grande
Gracias Juan por tus bonitas palabras!
Feliz 2019
Gracias
[…] tengo el frío metido en los huesos. Será la niebla, el cristal empañado, la lluvia oblicua. Son las ausencias. Es la Navidad, con su regustillo de ilusión, de esperanza, de tristeza fina, como la lluvia, que […]