No tengo problemas de concentración. No tengo problemas de concentración. No tengo problemas de concentración. No tengo problemas de concentración. No tengo problemas de concentración…
Yo me había reservado una tarde a la semana (una mísera tarde) para escribir. Ahí estoy, enfangado con la novela, casi terminando el capítulo 2 el capítulo 7 (tengo 8 o 9 previstos), pero siempre con la sensación de equilibrista con tembleque. Y que conste que tengo muy currados a mis personajes y muy claras algunas localizaciones (os he presentado a Irene, a Dani, a César, al cura; os he hablado también del hotel en el que empieza todo). ¿Tendré problemas con la concentración?
El caso es que luego no aprovecho el tiempo todo lo que quisiera: siempre hay algo urgente de trabajo que debo sacar adelante, casi nunca tengo tranquilidad (el silencio ya no recuerdo lo que era y llaman a mi puerta taaantaaas veces). Y las noches no cuentan, porque uno llega al final del día para poco.
Soy muy consciente de que las condiciones ambientales ideales para escribir no existen (excepto si te ha tocado una buena lotería) y que las excusas que me pongo (que todos nos ponemos) son parecidas a las que esgrimimos para no hacer deporte: que si nos duelen las piernas, que si parece que hace frío y no salgo a correr, que si eso ya mañana…
Me esfuerzo mucho para sacarle partido a mi escaso tiempo. Lo prometo. Por eso quiero contaros todas las cosas que he intentado para lograr la concentración perfecta.
La técnica pomodoro
Esto es estupendo. No sé si lo conocéis, pero es tan simple como recomendable. Consiste en aprovechar al máximo periodos de 25 minutos y descansar 5. Así, trabajamos con denuedo y sin interrupciones esos 25 minutos: nada de teléfono, nada de redes sociales, nada de guasap. Cuando terminan, podemos usar 5 para levantarnos, ir al baño… lo que sea. Y volvemos a empezar. Cada ciclo de 4, tomamos un descanso de 15 minutos. Es decir, que tras haber cumplido por cuarta vez nuestros 25 minutos super concentrados podemos parar 15. Es estupenda la técnica, lo prometo. Se aprovecha mucho el tiempo.
Hay un montón de aplicaciones para ayudaros a controlar los ciclos de concentración-descanso, pero yo uso una extensión de Chrome gratuita que podéis ver en esta web de Moosti.
No soporto los ruidos… ni puedo escribir con música
Esto sí que es un problema. Lo sé, lo sé: muchos y muchas estudiáis o trabajáis con música. Lucky you. Yo soy incapaz. No puedo escribir ni concentrarme con música.
He probado las listas de Spotify (¿qué mierda es esta?) y, con mucho esfuerzo, puedo hacer algo con música clásica, pero no es lo mejor para mí. ¿Y qué pasa si hay ruido fuera y no soporto el ruido? Sí, sí, he probado todo tipo de tapones para los oídos, y sirven por un tiempo.
Berto Pena en su blog Thinkwasabi recomienda unos auriculares Bosé con cancelación de ruido. Tienen una pinta estupenda: parece que la tecnología de cancelación logra aislarte de cualquier ruido del exterior, incluso con la música en un volumen bajo. Pero, amigas y amigos, tienen un inconveniente: los 266 euros que cuestan. Me parece que hasta que no gane el premio Planeta esta no es la opción. Al final, me decidí por pedir a los Reyes Magos unos Sony hear on algo caros (no tanto como los Bosé), pero muy cómodos; sin cancelación de ruido, eso sí.
Que la naturaleza te acompañe
En mi loca persecución de la concentración perfecta me he encontrado con varias páginas que dicen que lo mejor del mundo mundial para mejorar tu productividad son los sonidos de la naturaleza: el sonido del viento, las olas del mar rompiendo mansamente en la orilla, las gotas de lluvia, el crepitar del fuego.
He descubierto Noisli, una página web que reproduce todos esos sonidos y, además, que va cambiando la tonalidad de la ventana en distintos colores pastel que, dicen, son la bomba para mejorar tu productividad.
¿Y tú, qué truco tienes para mejorar tu productividad y tu concentración? ¿Me lo cuentas dejando un comentario?
5 comentarios
Esta mañana he estado unas horas traduciendo un proyecto europeo al inglés y he necesitado mucha concentración. Sabía que conmigo no funcionaría, pero he intentado poner en marcha la técnica pomodoro de la que hablas en tu entrada. ¡Qué va! Imposible: yo no puedo trabajar 25 minutos y parar 5. Luego me cuesta volver a empezar. Yo tengo que trabajar del tirón, sin interrupciones, ni música, ni ruidos ni por supuesto distracciones. Tengo que trabajar con Internet, pero ni se me ocurre consultar las redes sociales.
He trabajado como traductora autónoma durante más de 15 años y lo único que me ha ayudado siempre a concentrarme, más aún cuando se trataba de una traducción inversa, ha sido levantarme relativamente temprano, desayunar fuerte y encerrarme en una habitación de forma ininterrumpida hasta la hora de comer. Y siempre que he podido, me he ido a trabajar a mi casa de la playa con el sonido del mar de fondo y con mucha luz natural. No sé trabajar de noche. No necesito más para concentrarme: silencio, luz natural, trabajar de día y a ser posible, con algún sonido de la naturaleza de fondo. Y de momento funciona.
Mi truco… Que me coja inspirada cada vez que intento ponerme a estudiar, sin pensar en la lavadora, la comida, los niños… Lo mejor de todo para mí… La motivación. Ese es mi truco. Unos días más otros menos. Pero con el final del camino siempre presente.
Sí, la motivación es importantísima
Woody, tal como escribes en tu subtítulo “escribo para no odiar” el odio es un gran motivador de la productividad. Es un sentimiento tan fuerte como el amor, y ambos son grandes impulsores a la acción.
Menos urbanismos y más natural, también ayuda. Prueba a escribir en un sitio sinahi “silencio-naturaleza-historico”.
Buen finde.
Yo no tengo truco. Soy procastrinador profesional. Afotunadamente, trabajo bien en la dispersión. Me ayuda apagar el modem, en serio. Aunque a partir de ahora no se si lo hare, la página de ruidos de la naturaleza que has citado me está gustando mucho…