Amigas, amigos, Tripadvisor me acaba de enviar un mensaje dándome la enhorabuena. Dice que formo parte del 20 % más destacado (no me aclara de qué, pero me imagino que será de “opinadores”) y que con 4.586 lectores (y lectoras, supongo) soy de los colaboradores más populares de Sevilla. Todos tranquilos: no voy a añadir este mérito a mi CV.
Supongo que todos los que visitáis este blog sabéis qué es Tripadvisor: una web de viajes en la que se pueden leer las opiniones de viajeros y viajeras acerca de hoteles, cafeterías, restaurantes, monumentos y espectáculos de todo el mundo. Por supuesto, también se puede dar uno de alta y opinar en primera persona sobre los sitios en los que ha estado y, supuestamente, ayudar así a la comunidad viajera a elegir el lugar en el que quiere comer o dormir.
Tengo que reconocer que de un tiempo a esta parte me entrego con fruición a la tarea de escribir sobre los lugares en los que me tomo una tapita o en los hoteles en los que me alojo. Ahí me veis sacando fotos de la comida que me sirven o de cómo están los baños; y entre plato y plato, suelo anotar en una aplicación de mi móvil qué me ha parecido la comida o de qué humor estaba la persona que me ha servido.
Me gusta escribir estas pequeñas reseñas turísticas porque yo también me fío de ellas (¿vosotros no?), y cuántas veces me he decidido por un lugar u otro gracias a estas opiniones. De la misma forma, a mí escribir esos textos me sirve de un interesante ejercicio de escritura: trato de ser conciso (no es cuestión de hacer literatura en Booking o en Tripadvisor) y también ecuánime, y de ofrecer a quien me lee la mayor cantidad de información útil en el menor espacio. Además, cuando mi valoración no es buena, intento que mi crítica sea educada (incluso motivada) y no suelo dejarme llevar por un calentón debido a la actitud de algún camarero con un mal día.
Alguna que otra vez he tenido la experiencia de que el dueño o la gerente de un establecimiento me han respondido, y en general han sido de una corrección exquisita cuando no les ha ido muy bien y de una amabilidad exacerbada cuando lo que yo decía les gustaba. Sin embargo, por lo visto hay algunos chefs que han decidido, como cuenta El Comidista, “subirse al ring”, y ejercer de troles agresivos contra aquellos que critican sus establecimientos. No digo yo que algunas de esas personas no se merezcan unas palabras subidas de tono por ser tan maleducadas, pero no tengo claro que, en general, sea una buena estrategia comercial.
Yo, por si acaso, sigo escribiendo con moderación sobre lo increíble que me parece que en uno de los restaurantes más caros de Salamanca no tengan leche sin lactosa o del encanto que le encontré a un pequeño hotel en Santiago de Compostela. Y si eso ayuda a alguna de las 4.586 personas que me leen mis opiniones, pues mejor. Me aseguro, al menos, cinco minutos (o líneas) de gloria.
¿Qué me contáis? ¿Hacéis caso de las opiniones de la gente en páginas como Tripadvisor? Y vosotros, ¿opináis también? ¡Cuéntamelo! ¡Y si quieres recibir las actualizaciones del blog, suscríbete!
(La fotografía es de Gerry Roarty)
2 comentarios
Totalmente, Juan. Me dejo guiar y me encanta consultar los comentarios de TripAdvisor antes de planificar cualquier viaje. Normalmente cuando vuelvo a casa, suelo comentar los establecimientos en los que he estado para así poder ‘ayudar’ a otros visitantes 🙂 Me falta hacerlo un poco más cuando salgo cerca de casa…Aunque en estos casos me fío más por recomendaciones de amigos y amigas, y consulto la aplicación de TripAdvisor básicamente cuando salgo fuera.
Gracias!!!