«Antes de enviar un manuscrito a una editorial hay que preguntarse para qué lo he escrito»
Mariano Zurdo (Madrid,1970) es un tipo curioso, en todos los sentidos de la palabra. Licenciado en Psicología y especialista en Psicología del deporte, es el editor de una editorial pequeña, la editorial Talentura, que distribuye sus propios libros y que trata de abrirse camino apostando por talento novel. Cuenta con un catálogo impresionante de libros publicados, en los que el relato y el microrrelato destacan como géneros favoritos. Mariano Zurdo es también escritor «autodidacta y caótico», que desde el año 2006 está en el mundo la edición literaria al que llegó, confiesa, «por una mezcla de casualidad y de vocación». Con Mariano Zurdo iniciamos en el blog una serie de artículos sobre las posibilidades que tiene alguien que acaba de escribir su primer (o segundo o tercer) libro.
—Mariano, un amigo mío ha escrito un libro. Le ha llevado mucho esfuerzo, pero era el sueño de su vida: terminar una novela. Está encantado, pero ahora no sabe qué hacer.
Para empezar, me voy a poner un poco filosófico. Yo cambiaría la pregunta de inicio. No es tanto «He escrito un libro, ¿y ahora qué?» como preguntarse el «para qué». La respuesta a esa pregunta puede servir de guía para el escritor novel. ¿He escrito un libro porque quiero hacer carrera literaria?, ¿es sólo un capricho momentáneo?, ¿es más bien un libro que simplemente quiero compartir con los amigos?, ¿quiero ganar dinero?, ¿hacerme famoso? Cualquier motivación puede ser válida, pero no todas se podrán llevar a cabo. Y eso hay que tenerlo en cuenta a la hora de buscar editorial.
Vale, ya he escrito el libro y sé para qué, con qué fin. Ahora hay que dárselo a leer a alguien. A alguien que tenga cierto criterio lector y que sepas que no te va a dorar la píldora. Hay que «testar» el manuscrito a todos los niveles: si la historia engancha o no, si se entiende, si hay problemas de coherencia argumental, etc. Lo que estaba en nuestra cabeza no siempre conseguimos plasmarlo en el papel y es necesaria una visión externa. Es un paso importantísimo que puede ahorrar muchos disgustos posteriores. Y no menos importante es corregir el manuscrito a nivel ortotipográfico y de estilo. Si no tenemos la capacidad suficiente de hacerlo nosotros, tendremos que recurrir a profesionales. Un manuscrito lleno de erratas, faltas de ortografía o errores gramaticales es una malísima carta de presentación.
—¿Por dónde empezar? Mi amigo quiere enviar el manuscrito a todo el mundo, desde la editorial Planeta hacia abajo…
Se puede disparar a todas partes, pero no lo recomiendo porque suele ser una pérdida de tiempo. Yo aconsejo a tu amigo que haga un listado de editoriales que se ajusten a su manuscrito (y al «para qué lo ha escrito») y que apueste por ellas. Si todas le dicen que no, siempre hay tiempo para buscar alternativas.
—¿Siguen siendo las editoriales la mejor opción para publicar?
Sí, desde luego. Las editoriales cumplen una labor de selección y prescripción importantísima, más en estos tiempos en los que se publica tanto. Claro que, dependiendo de la imagen y prestigio que tenga una editorial, esa prescripción o ese sello de calidad que te puede dar será de mayor o menor repercusión. Además, aunque cada vez se hace menos, es esencial la labor pura de edición una vez que la editorial elige un libro para su catálogo (corrección, sugerencias de mejora de textos, etc). Este trabajo conjunto con los autores suele enriquecer los manuscritos.
—¿Y la autoedición? Es una opción que está ganando adeptos.
Me remito al principio de la entrevista. La autoedición puede ser interesante según la respuesta a «para qué escribo». Desde luego, hay cada vez más opciones. Las grandes plataformas de distribución, por ejemplo, se han subido al carro. Si se opta por la autoedición, lo único que aconsejo es que se haga un buen estudio de mercado para que no te engañen económicamente y para que el resultado final sea lo más parecido posible al que tendría una editorial clásica. Lo desaconsejo para el que quiera hacer carrera literaria, pero hasta esto está cambiando. Hay bastantes ejemplos de autores que han optado por la autoedición y que con una gran promoción han conseguido dar el salto a editoriales de cierto prestigio.
—No sé si es que en España no se lee o es que simplemente se lee siempre a los mismos. ¿Son las distribuidoras las «jefas del cotarro», las que deciden qué se vende en una librería?
Sin datos objetivos que respalden lo que digo, yo creo que el problema es que se lee poco y se edita demasiado. Siempre que me preguntan sobre el problema editorial en España lo pongo como principal problema. Si no conseguimos que la gente lea más, el resto de problemas son prescindibles. En cuanto a las distribuidoras, en gran medida sí deciden, claro, pero no es el único problema que generan las distribuidoras en el sector editorial. Podría dar para una colección de ensayos analizar el papel de las distribuidoras: su margen de beneficios, la colocación de libros en librerías, la exigencia de un número elevado de novedades… Habría que añadirle al problema los medios de comunicación, muchos de ellos vinculados a editoriales concretas.
—Si no puedes competir con Pérez-Reverte o con Joel Dicker o con Dolores Redondo, ¿cuál es la apuesta de una editorial pequeña?
Una editorial pequeña tiene que buscar un nicho de lectores que te tengan como editorial de referencia. Por el catálogo, por el género que trabajas, por la calidad… ¿Nuestra apuesta? Tener un sello que etiquete a todos nuestros libros. Que la gente diga: «Si ese libro es de Talentura, tiene que ser bueno».
—Talentura ha apostado por géneros menos comerciales que la novela, incluso algún texto que no encaja de manera canónica en un género concreto.
Siempre digo que las editoriales pequeñas nos podemos permitir caprichos, porque un libro que se vende mucho no nos hace ricos y un libro que se vende poco no nos empobrece más de lo que ya estamos. Nos centramos en relato y novela corta, pero si llega un proyecto interesante y nos vemos capaces de defenderlo, lo publicamos. El ejemplo claro es El torturador arrepentido, de Carlos Salem, una obra de teatro.
Un libro que se vende mucho no nos hace ricos y un libro que se vende poco no nos empobrece más de lo que ya estamos
—Tú tienes contacto directo, personal, con las autoras y los autores que publican en Talentura. Muchos de ellos publican por primera vez un libro. ¿Te ha ocurrido que, leyendo un manuscrito, has dicho: «Este o esta va para estrella»?
Varias veces. Lo que pasa es que «ir para estrella» en literatura hay que entenderlo en su justa medida. Primero, porque las carreras literarias suelen ser lentas y largas. Segundo, porque la repercusión de la literatura en la sociedad es mínima. Pero sí, por Talentura ya han pasado autores y autoras que prometían desde el primer manuscrito y que, algunos, ya están refrendando en editoriales más grandes.
—También habrás lidiado con mucho aspirante a escritor «friki» y con algunos manuscritos que…
Esto daría para un libro de anécdotas, sin duda. Abundan los que nos escriben diciéndonos que nos van a sacar de pobres porque tienen un contacto en El Corte Inglés o similar. Como anécdota, una vez una chica se acercó a nuestra librería (cuando la teníamos) porque nos había leído en un periódico. Casualmente, estaba en Madrid de vacaciones y tenía un manuscrito que quería que leyéramos. Era una chica timidísima. Nos dijo que era una novela erótica y resultó ser pornografía dura. Y mal escrita.
—Si tuvieras que recomendar tres libros de Talentura y tres de otras editoriales…
No es fácil elegir entre papá y mamá, pero recomendaré tres, uno de cada uno de los géneros que más trabajamos en Talentura:
- Viaje imaginario al Archipiélago de las Extinta, de Susana Camps Perarnau (microrrelato)
- Fuera de temario, de Manu Espada (relato)
- 2022-La guerra del gallo, de Juan Guinot (novela)
Y esta es mi elección de otras editoriales:
- Subsuelo, de Marcelo Luján (Salto de Página)
- Noviemvre, de Luis Rodríguez (Tropo) (noviembre escrito con las dos uves).
- El bombardero azul, de Julio Jurado (Adeshoras)