Me juego una parte importante de mi exigua fortuna a que esta entrada tiene más visitas en una semana que cualquier otra que haya podido escribir en los últimos tiempos. No hay más que poner “sexo” en el titular para que el personal devore sin respirar los tres o cuatro parrafitos que pienso escribir aquí. Pues hacéis bien. Porque voy a hablar de los que descubrieron el sexo.
Habrá alguno o alguna que dirá, no sin razón, que se descubre la electricidad, un gen responsable de que seamos feos o guapos o, incluso, una isla ignota. Pero el sexo, lo que es el sexo, así, en general, no se descubre. Hay dos personajes intrigantes y excitantes (este es un adjetivo facilón, lo reconozco), William Masters y Virginia Johnson, que en la década de los 50 aportaron a la ciencia las más trascendente de las revelaciones: qué sucede desde un punto biológico durante el acto sexual. Así dicho es probable que no parezca tan radicalmente novedoso como fue, pero gracias a que estas dos personas eliminaron de la ecuación cualquier variable que no fuese puramente científica por primera vez se comenzó a comprender la fisiología del sexo. Esto, además de los beneficios puramente intelectuales, tuvo otros dos: uno, por fin “mataron” (simbólicamente) a Freud, y dos, dejaron de tener sentido las millones de estupideces que sobre la anatomía femenina se habían dicho hasta entonces.
La serie de televisión Masters of sex (ya va por la segunda tercera temporada) cuenta la historia de estos dos exitosos investigadores. Como cualquier ficción que se precie, mezcla una parte bastante importante de hechos reales con otras tramas, subtramas y personajes que no existieron (por ejemplo, el decano y amigo de Masters, Burton Scully, no existió; tampoco es cierta la trama de la segunda temporada sobre los derechos civiles y la implicación en esa lucha de la mujer de Masters; igualmente, no es real el personaje de la doctora Lilian DePaul). Sin embargo, el hilo principal es bastante fiel a la realidad excepto, quizá, en un aspecto: la naturaleza de la relación personal entre Masters y Johnson.
Aunque la serie de televisión apuesta por mostrar una relación romántica, lo cierto es que los vínculos entre los Master y Johnson de carne y hueso fueron, cuando menos, “extraños”. Durante más de 20 años fueron pareja profesional, parece que también pareja sexual, aunque después de leer el libro no queda clara la diferencia entre ambas. Porque, con seguridad, practicaban sexo juntos como parte del experimento que durante diez años llevaron a cabo y que investigó las reacciones fisiológicas de más de 10.000 parejas en los estados Unidos. Solo se constituyeron “oficialmente” como pareja cuando ambos eran ya mayores, y se divorciaron cuando Master cumplía 80 años. Ninguno de los dos afirmó nunca que hubiera sentido auténtico amor por el otro. Una frivolidad: aunque ambos tenían su encanto, no eran tan guapos como los actores de la serie (mirad la foto de los investigadores reales).
El libro de Thomas Maier en el que se basa la serie televisiva (se puede comprar en formato ebook por poco más de 5 euros en Amazon) explica con mucho detalle y profundidad estos y otros aspectos. Desde mi punto de vista, la historia de Masters y Johnson consigue ser una grandísima historia porque de ella penden varios hilos argumentales que tomados individualmente tienen tanta o más fuerza que en conjunto. Por un lado, es interesantísima la investigación sobre el comportamiento sexual por muchas razones: por su novedad, por su rigurosidad, por su excelencia científica. Por otro, las consecuencias de esos experimentos son en sí mismas dignas de atención: conocer bien el cuerpo supuso, también, el alivio de muchos trastornos y disfunciones sexuales, fruto de los prejuicios y las presiones de una sociedad conservadora y supersticiosa hasta el extremo; también confirió protagonismo (y dignidad) a la sexualidad femenina. Pero, y esto la serie lo ha sabido entender muy bien, la peculiar y compleja relación entre Masters y Johnson se lleva la palma de la curiosidad para quienes seguimos la serie o hemos leído el libro. y, quizá, en este aspecto el libro supera a la serie, que en ocasiones cae en los tópicos romanticones y simplistas de Hollywood.
Y a vosotros, ¿qué os parece? Dejad un comentario. ¿Estáis viendo la serie? ¿Habéis leído el libro? ¡Y si quieres recibir las actualizaciones del blog, suscríbete!

Los verdaderos Masters y Johnson
4 comentarios
Me ha resultado muy interesante este post. Reconozco que abandoné la serie en la primera temporada un poco desencantado. Por alguna razón lo veía todo muy artificioso y un tanto frívolo, sobre todo el tratamiento de la prostitución de burdel de los 50. No obstante, la trama no-romántica entre los protagonistas me ha llamado la atención. ¡Le daré una segunda oportunidad!
La serie para mí tiene luces y sombras, pero la historia (con sus ramificaciones) es de un interés enorme. ¡Gracias por pasarte y comentar!
Vale, lo reconozco, yo he entrado por el título del post… No he visto la serie ni he leído el libro, así que el mérito consiste en captar la atención del lector, aun sin tener conocimiento alguno sobre esta historia. Y conmigo lo has conseguido. Muy fan de tu blog, Juan Plaza. ¡Qué bien escribes!
Jajaja. Con fans así da gusto 😉
Muchas gracias por el comentario.