En los últimos meses he escrito en el blog varios artículos relacionados con la pandemia y, especialmente, con el confinamiento. El fin de la reclusión ha desembocado en una fase, que pretende ser permanente, que se ha dado en llamar «nueva normalidad».
Deseo con todas mis fuerzas que esta sea la última entrada dedicada a este asunto.
Esta será la última entrada. Nos leemos de nuevo en septiembre.
La nueva normalidad y sus significados
El nuevo amanecer tiene los horizontes imprecisos. No es una fase de dos semanas, un periodo predefinido en el que debamos o no hacer determinadas cosas como en las etapas anteriores: es un tiempo de incertidumbre en el que se imponen nuevos hábitos y nuevas formas de relacionarnos con los demás en el espacio público.
Por eso lo de nueva normalidad.

Lo que sucede es que «normal» es un término con dos acepciones principales que denotan —y también connotan— distintas cosas.
Por un lado, lo normal se confunde con lo natural. ¡Ay, qué peligro tiene esta idea si se manipula! Los humanos valoramos lo que es natural frente a lo que no lo es. Por ejemplo: un tomate chuchurrío de nuestro huerto urbano es mucho mejor que un híbrido imponente cultivado Dios sabe dónde, aunque este segundo tenga mejores propiedades. O algunas personas piensan que querer tener hijos es más natural que no desearlo en absoluto… No sé si veis por dónde voy.
En su segunda acepción, normal significa «habitual». Esto es otra cosa. Cuando le digo a mis alumnos y alumnas de Comunicación Escrita en la primera semana de clase que es normal que sus primeros textos para la asignatura salgan regular, afirmo muy serio: «Tranquilos/as, si no os sale del todo bien, es normal», para rectificar en el mismo instante: «No, perdón, quiero decir que es habitual, no que sea normal».
Que cada año un porcentaje de estudiantes muestre dificultades para expresarse por escrito puede ser una tendencia, responder a lo usual, pero no me resigno a pensar que eso sea, de ninguna forma, lo natural.
Con sus matices, algo parecido me pasa con la nueva normalidad. Entiendo que debamos extremar las medidas de higiene, ser precavidos con la distancia social —otra expresión curiosa—, rehuir, incluso, el contacto físico con los demás.
Pero que nadie me diga que eso es normal, que nadie me diga que eso es natural.
Os deseo un verano estupendo y seguro. Nos leemos otra vez en septiembre.
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2 comentarios
Buen verano Juan!!!
Y de normalidad nada, noto mucho esa carencia de expresión de afecto y respeto que es relacionarse con otra persona…
De igual manera que jamás puede sustituir un teléfono o una videoconferencia la relación personal y cercana a los demás…
Esperemos que en el menor tiempo posible recuperemos la verdadera normalidad….
Abrazos!!!