«La casa», de Paco Roca, es un cómic publicado por la editorial Astiberri en 2016. Ha vendido más de 22 000 ejemplares y ha recibido distinto premios, entre ellos el Zona Cómic o el Romics.
Pero sobre todo y fundamentalmente, «La casa», de Paco Roca, es un cómic emocionante.
Cuando digo que es emocionante quiero decir exactamente lo que significa la palabra: conmociona, altera nuestro ánimo, mueve algo por dentro y despierta con la misma facilidad una sonrisa o una lágrima. Y recuerdos. «La casa» es un libro que excita nuestra memoria, que estimula que rescatemos nuestros recuerdos más personales, como si ayudase a sintonizar una emisora que se ve borrosa.
«La casa» conmociona, altera nuestro ánimo, mueve algo por dentro y despierta con la misma facilidad una sonrisa o una lágrima Clic para tuitear
Una de las mayores virtudes de «La casa» (y tiene muchas) es que no hace trampa a los lectores. Provoca emociones sin recurrir a lo facilón, a lo «lacrimógeno nivel cero». No es así. Lo hace con una naturalidad y una sutileza que solo la buena literatura es capaz de transmitir: apela a la raíz misma de nuestra humanidad, a lo que nos hace iguales. Tanto es así que (os lo prometo) cualquier persona que lea «La casa» va a sentirse reflejada, identificada con lo que plantea.
¿Cuál es el argumento de este magnífico cómic? La historia comienza con la muerte de un padre. Sus tres hijos (dos varones y una mujer) acuden un tiempo después a la casa de campo familiar a recoger algunos enseres personales y a hacer pequeñas reparaciones antes de vender la casa. Entonces se enfrentan a los recuerdos y a las dudas: temen que vender la casa sea, en parte, vender sus recuerdos y, por tanto, perder algo de lo que ellos son.
La pérdida
Todos nos hemos enfrentado a una pérdida. Más o menos cercana, más o menos dolorosa. Aquí ya nos reconocemos en la historia que cuenta Paco Roca.
En el cómic vemos cómo los hermanos afrontan de distinta manera la muerte del padre y cómo junto al amor, el respeto o el cariño se manifiestan otros sentimientos tan humanos como esos: una pizca de resentimiento, algo de incomprensión hacia las decisiones del padre, quizá celos por el hermano que creemos que era el favorito… Y todo mezclado: el cariño, el amor, las dudas…
De fondo, también, esa angustia que siente cualquiera que pierde a alguien: «por qué no pasé más tiempo con él», se preguntan los hermanos.
El paso del tiempo
La casa y sus desperfectos, como los últimos días del padre ya anciano, revelan el deterioro que provoca el paso del tiempo. Como decía Simone Weil, al final todas las tragedias imaginables confluyen en una sola: el paso del tiempo.
La casa ha sufrido el paso del tiempo, pero no ha perdido su esencia. Como el padre, que siempre vivió con dignidad su vejez.
La casa
La casa es un emblema, la representación del padre: un hombre de origen humilde hecho a sí mismo.
La casa es también la alegoría de su propia familia: fue el proyecto del padre en el que todos colaboraron. Los hermanos, de niños, acompañaron a su padre para plantar los naranjos o la higuera, levantar la pérgola o construir la piscina. ¿Os viene a la memoria el tiempo pasado de niños con vuestros padres?
Leyendo «La casa» recordé una anécdota de hace ya muchos años: una compañera de instituto que se mudó de la casa en la que había vivido toda su vida y pidió permiso a los compradores para entrar en ella, ya vacía, a «despedirse».
Ahora, años después de haber perdido a mi propio padre, leer «La casa», de Paco Roca, me ha emocionado. No ha sido una tristeza profunda, solo una melancolía cargada, muy cargada, de recuerdos.
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1 comentario
Releo esta entrada (varias veces en varios días) un par de años después de que la escribieras. Y lo hago por dos motivos fundamentalmente: porque he perdido a mi padre hace solo unos meses y porque pedí este cómic por mi cumpleaños. Pero sobre todo, porque ahora la entiendo mejor que nunca y ahora he podido sentir toda esa emoción de la que hablas. Gracias por recomendarnos la lectura de esta maravillosa historia. Gracias por tus palabras.