Quién no quiere ser más productivo. A quién no le gustaría que su vida personal y su vida profesional mezclasen con naturalidad, se complementasen sin sobresaltos. Cuál sería el precio que pagaríais por tener las claves —algo de claridad vendría bien— de una vida equilibrada.
Para mí, ser más productivo tiene una traducción sencilla, aunque a lo mejor no sea muy científica: hacer lo que debo hacer de la mejor forma posible y cuando debo hacerlo. Además, añado, hacer también lo que quiero hacer —y no solo lo que debo—. Y todo eso sin estrés, sin tener la cabeza bullendo todo el día, preocupado por que no se me olvide nada importante.
Pues con esas ideas comencé hace algún tiempo a leer cosas sobre productividad personal y, específicamente, sobre GTD (son las siglas de Getting Things Done). Algo ya he publicado en el blog, aunque he de reconocer que mi pensamiento y mis conocimientos sobre el tema han evolucionado —o eso espero—.
En esta semana que termina he asistido a un curso de formación en GTD en Madrid, impartido por David Sánchez, consultor de Óptima Lab, la empresa que certifica los cursos de GTD en España
«¿Cuál es la magia de GTD?», os preguntaréis. Siento decepcionaros: no hay magia. GTD no hace milagros, solo propone —nada más y nada menos— un método de organización y trabajo personal basado en unos hábitos específicos. Apuntaros la palabra «hábito». Como ha repetido David Sánchez en el curso de formación, el trabajo antes y después de aplicar GTD es el mismo, lo que cambia es la filosofía con la que se afronta el trabajo.
Algunas ideas clave del GTD

De una forma sintética os cuento tres o cuatro ideas clave de GTD y en próximos artículos profundizo un poco más:
- GTD ayuda a tomar decisiones basadas en parámetros objetivos (así que hay que olvidarse de «urgente», «importante» y todas esas etiquetas, casi siempre subjetivas, que ponemos al trabajo diario).
- Uno de los objetivos de GTD es conseguir una mente vacía y trasladar los recordatorios de todas las cosas que debemos o queremos hacer a otro lugar fuera de nuestra cabeza, a un sistema fiable. Eso supone liberar estrés.
- Ese «lugar» fuera de nuestra cabeza en el que vamos anotando el trabajo de una determinada forma es un sistema sencillo de listas —esto lo cuento otro día— con unas condiciones concretas.
- Tener toda nuestra actividad —toda, la personal y la profesional— sistematizada fuera de nuestra mente nos proporciona una muy agradable sensación de control y, a la vez, perspectiva para tomar decisiones.
5 comentarios
[…] adivinado, sobre todo si seguís los distintos artículos que he escrito sobre productividad— mi planteamiento a la hora de trabajar es otro gracias al GTD. Sigo siendo igual de cumplidor y, para qué engañarme, de perfeccionista y obsesivo, pero lo […]
[…] mi otra vida (antes de conocer GTD) he usado el calendario de mil formas muy locas. Os cuento una como ejemplo: en mi […]
[…] método del GTD, del que ya os he hablado, dice que apuntamos todo para que no se nos olvide nada. hasta la mínima […]
[…] vengo a pinchar el globo: para GTD, para la productividad personal, un proyecto es algo que tiene más de una acción. Punto […]
[…] La metodología GTD habla de la existencia tres tipos de trabajo: el trabajo según surge (incluye los incendios), el trabajo predefinido y el trabajo de definir nuestro trabajo. Parece un trabalenguas, pero es sencillo. Ya veréis. […]