Que un relato tenga sexo no es fácil. Bueno, sí, claro, es muy fácil. Ese es el problema. En El nivel 3 (uno de los relatos de Hoy no puedo) me enfrentaba al reto de cómo hacer girar el argumento de una historia en torno a un local de striptease y no parecer zafio o, algo peor, ñoño. Una amiga, a la que le dedico ese texto, lo definió como “elegante”, y creo que ha sido la cosa más bonita que me han dicho de mis relatos en todo este tiempo (y algunas palabras hermosas me han dedicado, supongo que porque quien tiene cosas feas que decirme prefiere callarse).
La idea del relato la saqué de un cuento de Jon Bilbao que se titula Prolegómenos. Aunque obviamente los argumentos de ambos relatos son diferentes, si lo leéis (y os animo a que lo hagáis, porque Jon Bilbao es un cuentista inmenso) veréis algunas similitudes en cuanto a la atmósfera y el tono.
A pesar de la sordidez evidente de un sitio como un peepshow, traté de que el lugar no fuera “agresivo” para las lectoras y los lectores, tampoco pretendía juzgarlo o estigmatizarlo. Así que las descripciones del club Desengaño nos dibujan un escenario aséptico (“como la consulta de un dentista”), con empleados y empleadas bastante profesionales. Además, un detalle interesante para “acercar” el lugar al lector es que siempre que Pablo acude al Desengaño se actualizan los tiempos verbales a un presente muy periodístico.
Por lo demás, para qué engañarnos, Pablo es un panoli. No es que odie a mi personaje, pero la verdad es que es un tipo pacato e indeciso, pero suertudo por partida triple: lo abandona una novia insoportable (eso que gana), sus compañeros de oficina son de una lealtad estremecedora y Marta… Marta es estupenda. Es uno de los mejores personajes del libro (junto con Carla, de El robo de la piscina): es natural, extrovertida, decidida…
¿Y qué es un “nivel 3”?, ¿qué tipo de extraña perversión sexual esconde? El “nivel 3” es un misterio que no puedo revelar. Lo es porque, amigas y amigos, siempre soñamos con que en el sexo haya más de lo que parece, un escalón, un nirvana, una pantalla más en el juego… ¿Pero y si solo es un macguffin, una excusa argumental que ayuda a los personajes a que avancen en la trama? Eso lo decidís vosotros, queridas y queridos. Lo dejo a vuestro criterio inteligente. Eso sí, ¡no os olvidéis de avisarme si llegáis al nivel 3!
Photo by Rodolfo Clix from Pexels
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