Al hilo de las últimas (y convulsas) noticias sobre los cambios políticos en nuestro país, he vuelto a leer, no sin sonrojo, las profecías de los apocalípticos. No es la primera vez que leo sus malos augurios: cada vez que ha cambiado el color político en España (en una u otra dirección), los apocalípticos resurgen con fuerza de sus cenizas y vaticinan los siete males, las diez plagas y toda suerte de catástrofes causadas, claro está, por aquellos con los que no comulgan.
Los apocalípticos son una estirpe curiosa que aparece no solo en los momentos de cambio político. De tanto en cuanto envían mensajes funerarios para enterrar sectores productivos o negocios «de toda la vida». En mi época de estudiante universitario, allá por el Paleolítico inferior, se decía mucho esta frase que, probablemente, provoque ahora vuestra carcajada: «El teletexto es el fin de los periódicos».
Los apocalípticos son una estirpe curiosa que aparece no solo en los momentos de cambio político. Clic para tuitearAsí es, amigos y amigas. Los medios de comunicación son terreno abonado para catastrofistas. Si, además, le añadimos la variable tecnológica (el teletexto…), estamos hablando entonces de poco menos que del Armageddon.
Pero si hay un espacio en el que los apocalípticos y apocalípticas se mueven como pez en el agua, como virus y bacterias en un cuerpo enfermo, es el de la educación. Aquí sí. Qué hacemos con nuestros niños y niñas: que si muchos deberes, que si pocos deberes; que si abusamos de la memoria, que si están perdiendo la capacidad de memorizar; que si no debemos reñirles para no frustrarlos, que si no estamos siendo lo suficientemente estrictos…
¿Qué consecuencia tiene todo esto? Una parte no pequeña de la población vive atemorizada, en un ay continuo, con un miedo paralizante, conservador en el sentido más amplio del término. Los apocalípticos se frotan las manos cuando nos asustan. Si, además, algún hecho les da la razón, sus profecías resuenan con todavía más fuerza en nuestra conciencia.
Pues yo hoy me declaro miembro de la resistencia contra los brujos, me pongo delante de los profetas del desastre, de los pájaros de mal agüero, y digo que estoy en contra de los apocalípticos.
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1 comentario
Seguro que son los mismos que dicen que si no llevas chaqué a una boda tienes siete años de mala suerte.
Hablando, algo, más en serio, la gente está de un extremista y de un proteccionista con respecto a los niños/as, que a veces no sé si es bueno respirar a su lado, o les estaré robando oxígeno. Lo peor de todo es que muuuuuchas personas de las más coñazo e la educación ni tienen descendencia, ni trabajan en el sector. Igual con el resto de cosas.
Qué especialistas en nada nos ha hecho la tecnología y cuánta desinformación totalmente (no) contrastada nos comemos.
Me uno a la resistencia, la princesa Leia estará más contenta al ver que tiene algún aliado, de momento.