Nacha Pop me pilló muy joven, apenas un niño. Me enganché, sin embargo, a su -excelente- disco en directo de despedida, Nacha Pop 80-88, que editaron justo a las puertas de mi adolescencia. A partir de ahí, la carrera de Antonio Vega en solitario fue para mí (y estoy seguro que para él también) una montaña rusa, plagada de subidas y bajadas, de canciones geniales y otras menos buenas, pero todas ellas impregnadas de ese duende indiscutible de un personaje tan grande y misterioso como él.
NOTA: No os podéis imaginar los esfuerzos que tengo que hacer para no machacar este texto con tópicos del tipo “ese chico triste y solitario”, “se dejó llevar”… y cosas así. Y la verdad es que después de escuchar al propio Antonio decir que sus canciones cuentan a gritos lo que la gente quiere saber de él, pienso que quizá utilizar parte de sus letras para adornar un texto no sea tanto una cuestión de pereza mental y de falta de imaginación, sino casi una poderosa atracción interestelar (a él, que tanto le gustaban los planetas y las fuerzas del cosmos).
Esta semana he podido Hace un tiempo pude ver por fin el documental sobre Antonio Vega, “Tu voz entre otras mil”. Y ha sido emocionante, a pesar de que la familia de Antonio no está muy contenta con el resultado. El documental está montado con miles de imágenes públicas del cantante, pero también con grabaciones caseras y fotografías personales. Como pegamento para todas esas imágenes están las voces de amigos, familiares, la voz del propio Antonio y, la más impactante para mí, la de la madre aún viva de Antonio Vega. Y, sorprendentemente, el documental guarda un equilibrio casi mágico entre emoción y razón, quizá el mismo “des-equlibrio” que definía a Antonio Vega. Sus hermanos y su madre hablan de él con un cariño muy reconocible, pero a la vez con una serenidad y un buen juicio tremendos. No hay espacio para las lamentaciones o las excusas, no hay lugar para justificar los episodios más escabrosos de la vida de Antonio: lo aceptaban y lo amaban como era.
Es difícil comprender en toda su inmensidad a un personaje así. Intelectualmente un superdotado (más de 130 de coeficiente intelectual), con inquietudes científicas (hizo algunos cursos de Física y estaba obsesionado con los planetas), con una sensibilidad para crear que muy pocas personas tienen (además de hacer buena música escribía maravillosas letras y hacía sus pinitos con el dibujo) fue, probablemente, una persona atormentada. Es posible, no lo sé, que su permanente espiral autodestructiva fuese una huida o una búsqueda, aunque, esto es solo una teoría, me inclino a pensar que la explicación de su autoaniquilamiento es más sencilla: simplemente, no lo pudo evitar.
En el documental he descubierto a un Antonio Vega que -voy a sucumbir a la tentación del topicazo- pasaba en apenas una décima de segundo de la razón a la emoción. Cuenta su madre que sus últimas palabras en el hospital fueron de una hermosa sencillez: “Mamá, te quiero mucho”.
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4 comentarios
Me ha gustado mucho. Qué ganas de ver el documental. No sé si es tópico, a mi también me hubiera llegado tarde, por edad si lo hubiera buscado yo por mi cuenta la música de Antonio Vega, pero mi padre me la puso desde siempre, desde recién nacida. Y aquí viene el tópico, para mi él, su música, es emoción, el patio de mi recreo, y me dejo llevar al escucharle 😉
El documental es muy, muy emocionante. Descubres a un Antonio Vega diferente, creo yo. Ah, y por cierto, los tópicos están muy bien traídos 😉
¡Gracias por pasarte y comentar!
http://elduendedeltdah.info/podria-antonio-vega-haber-tenido-tdah
[…] también al rock, al blues y al folk americano. Mis influencias son variadas: John Mayer, Antonio Vega, Los Secretos, Sting, Ryan Adams, Tom Petty, Quique González, Seth Walker, La M.O.D.A., James Bay, […]