El día que se publica esta entrada, el 13 de junio, Naciones Unidas celebra el Día Internacional de la Sensibilización sobre el Albinismo.
No conozco a ninguna persona albina.
Tampoco me viene a la memoria ningún personaje público albino, excepto el magnífico músico africano Salif Keita que, casualidades de la vida, nació el mismo día que yo (él muchos años antes): el 12 de agosto.
Un apunte rápido para quien no sepa qué es el albinismo:
«El albinismo es un trastorno raro, no contagioso, hereditario y congénito. Se caracteriza por la ausencia de pigmentación (melanina) en la piel, el cabello y los ojos, lo que causa sensibilidad al sol y a la luz intensa. Ello hace que casi todas las personas con albinismo padezcan deficiencias visuales y sean propensas a sufrir cáncer de piel. No existe cura para la ausencia de melanina que caracteriza al albinismo» (ONU).
ONU
Los problemas principales de los albinos no son de carácter médico; normalmente, estas personas con el pelo y la piel tan claros suelen ser objeto de rechazo, marginación y acoso. Todo forma parte del mismo cóctel (mitos, supersticiones, creencias inveteradas…) y de la misma lógica ilógica de siempre: no eres como yo, no sigues el patrón (físico, de comportamiento, religioso, de orientación sexual… añade aquí el apellido que quieras), tu diferencia me molesta.
Últimamente —flipad— en algunos países se ha insultado a los albinos llamándolos «corona» o «COVID-19», para convertirlos así en chivos expiatorios de la pandemia.

Albinos, covid y las diferencias
Si hoy he escrito sobre este tema es porque he hecho una sencilla —puede que simple, incluso— relación entre la celebración de este día de sensibilización sobre el albinismo, la pandemia que sufrimos y el caso de George Floyd, el hombre negro asesinado por la policía en Estados Unidos hace unos días, un caso paradigmático y escandaloso de cómo «los otros» despiertan la sospecha de la norma, del poder, de la supremacía de cualquier tipo.
No deja de ser paradójico que un número importante de personas albinas nazca en países de mayoría negra y sean molestados, cuando no excluidos, por la blancura de su piel. (Por favor, que nadie utilice esto como argumento o excusa para justificar o quitarle importancia al racismo).
Lo que sorprende estos días —no hemos aprendido nada— es que con la covid asolando el planeta hayamos estigmatizado, una vez más, a personas y colectivos: los asiáticos (son los culpables de todo esto, ya se sabe, porque todos comen pangolín), los italianos (qué descuidados han sido), las mujeres (ellas son históricamente culpables de casi todo), los sintecho (estos no tienen medidas higiénicas, son una molestia, en general), los mayores (nos pueden contagiar), incluso los que los primeros días paseaban con sus hijos autistas cuando los demás permanecíamos confinados.
Así que sirva este Día Internacional de la Sensibilización sobre el Albinismo para expresar mi solidaridad con estas personas, y también con todos aquellos que sufren el rechazo y la violencia de quienes creen que su color es el bueno.
NOTA ONU: ¡Únete a la celebración virtual del día 13 de junio! Puedes usar las etiquetas #MadeToShine #DefiendeLosDerechosHumanos en las redes sociales para mostrar tu solidaridad con las personas con albinismo.
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