No me miréis así, que vosotros también tenéis las vuestras. Vamos, reconocedlo: sois maniáticos, tenéis manías. Con muchas de ellas se puede vivir sin problemas, casi sin que los demás se den cuenta, pero con otras… Con otras es más difícil llevar una vida… ¿normal?
Hoy he decidido hacer terapia y revelar alguna de mis manías. Bah, no son peligrosas (o eso creo, al menos). En ellas encuentro, cómo decirlo, paz, consuelo, tranquilidad. Con el paso del tiempo he descubierto que el personal comparte algunas de ellas, y que otras (las que no cuento, seguramente), son marca de la casa.
Esta es mi lista de 5 manías que tengo y 5 que no tengo Clic para tuitear5 manías que SÍ tengo
1. Dejar los zapatos alineados, con el derecho algo adelantado
Vale, suena raro, pero no lo será tanto cuando una compañía de licores dedicó un anunció a esta obsesión.
Por cierto, suelo tener tendencia a las manías relacionadas con la simetría: el mando de la tele ha de estar paralelo a la mesa sobre la que descansa; impensable que guarde dos camisetas en el cajón en la que una no esté alineada con la otra… En fin.
2. No soporto llegar tarde.
Sé que no vivo en un país donde la puntualidad sea, precisamente, una seña de identidad, pero tampoco sería justo decir que todo el mundo es impuntual. Lo cierto es que lo mío es un poco enfermizo, y me preparo con una hora de antelación a una cita, sea la que sea: ir a una reunión, quedar con los amigos, asistir a un concierto.
«Me estoy quitando» de una manía secundaria a esta, que consiste en llegar a los sitios no solo puntual, sino quince minutos (o veinte) antes de lo esperado. Me cuesta, pero ahí voy.
3. El orden: adoro las carpetas del ordenador.
Me entra un ataque de ansiedad cuando veo los escritorios de los ordenadores de los demás plagados de documentos sueltos, con nombres incomprensibles. A mí el orden me da paz (esta frase puede ser, sin duda, un buen epitafio).
¡No puedo con los escritorios de los ordenadores plagados de documentos! Clic para tuitear4. Camino siempre del lado izquierdo si voy con alguien.
No sé por qué, no tiene explicación y no puedo cambiarlo. Si me queréis, caminad del lado derecho.
5. Hablo solo (mucho).
Hablo conmigo mismo (y mi mecanismo, no he podido evitarlo) cuando me ducho, cuando me afeito, cuando corro, cuando camino… A veces me da tanta vergüenza y disimulo, hago como que estoy hablado por los auriculares del teléfono. Pero no, es mi propia conversación con mi propia mismidad.
5 manías que NO tengo
1. No me importa pisar las rayas de las baldosas del suelo.
Mira por dónde, nunca he ido dando saltitos por la vida para evitar una baldosa o apoyar el pie solo en las franjas blancas del paso de cebra.
2. No me lavo las manos continuamente.
¡Ojo, soy un tío limpio!, pero no tengo la obsesión de lavarme compulsivamente las manos. Eso no.
3. No lo guardo todo.
No tiene mucha pinta que vaya a sufrir de Diógenes en el futuro (toco madera). Soy más bien fan de lo contrario: deshacerme de lo que no uso o no me sirve (¡que viva Wallapop!).
4. No tengo prendas de la suerte.
Tampoco amuletos. Llevo la típica pulsera de cuero más por estética o porque es un regalo que por superstición. Nunca he sido supersticioso: ni gatos negros, ni bordear una escalera, ni agobiarme por derramar la sal.
5. No sumo los números de las matrículas de los coches.
Estoy sorprendido de la cantidad de gente que hace esto. No sumo matrículas… ni ningún número, en realidad. Soy muy, pero muy, de letras.
¿Cuáles son tus manías? ¿Me lo cuentas? ¡Deja un comentario! ¡Y si quieres recibir las actualizaciones del blog, suscríbete!