Las listas en este tiempo son como el tinto de verano, la ensaladilla o una cerveza bien fresca: imprescindibles. Esta maravillosa época del año nos invita a pensar en los/las 10 más guapos/as, las 10 mejores playas o los 10 mejores hoteles del Caribe. Pero, ay, amigas y amigos, el verano no es perfecto. También hay algunas cosas odiosas.
¿Me ayudas a construir una lista?
- El calor / El aire acondicionado: Sí, amigas y amigos, me encanta el calor. Incluso viviendo en Sevilla. Me encanta el calor. “Pero Juan, estás loco, si se pasa fatal, no se puede respirar…”. Ya, pero me encanta el calor. Y no soporto el aire acondicionado con temperatura congelador.
- La ensaladilla / El gazpacho: La última que he comido, deliciosa: ensaladilla con bocabits.
- Las tiendas online / Los supermercados: oh, oh, oh, qué me decís de esas tardes de verano revisando Amazon o cualquier otra tienda online, dejando pasar las horas… Maravilloso. Y esos supermercados (especialmente de localidades pequeñas) que están abarrotados en verano, como si todo el mundo se aprovisionase para hacer frente a un cataclismo nuclear. Insoportable.
- Las olas / Las medusas: Las medusas están, junto con los pájaros (sí, los pájaros), en mi lista de animales-enemigos. Las medusas me buscan.
- Las lecturas veraniegas / Los correos electrónicos: ¿No os cabrea profundamente recibir un correo electrónico en verano? ¿Sabéis cuando has cogido vacaciones pero a pesar de todo te siguen llegando cosas del curro? Me disgusta profundamente. Pero me encanta leer en verano. Será que los ritmos son distintos, pero en verano devoro libros. Por cierto, estoy leyendo unos relatos del jerezano Juan Bonilla: Una manada de ñus.
- La música / Las noticias de televisión: Accidentes de tráfico, incendios, consejos para aplicarse correctamente la crema solar, consejos para que no te roben en casa en vacaciones, pretemporadas de los equipos de fútbol… Las noticias veraniegas son odiosas. Sin embargo, con la música en verano me pasa algo similar a lo que me sucede con la lectura. Seguro que algún estudio científico explica nuestra mayor receptividad sensorial en verano. Digo.
- Las conversaciones intrascendentes / Los chulos de playa: Os recomiendo que hagáis la prueba. En la playa, en la montaña, en un café de vuestra ciudad. Poned la oreja. Escuchad las conversaciones. Fútiles. Leves. Banales. De puro mundanas son trascendentes. Los otros, los chulos de playa, simplemente son grotescos, risibles. No llegan a intrascendentes.
- Las camisas imposibles / Las camisetas con mensaje: las camisas hawaianas que nunca tiráis vs. las camisetas con mensaje (casi siempre zafio). Esta batalla es desigual. Donde esté una buena combinación imposible de colores que se quite cualquier frase facilona sobre tamaños, proezas sexuales o récords alcohólicos. Eso es así.
- Los equívocos verbales / El nulo de turno: Fijaos en la ecuación: verano + conocer gente nueva + conversación intrascendente = equívocos verbales. Soy experto en meter la pata en verano. ¿Vosotros no? Y sobre el nulo (puede ser “nula” también, of course) tengo que escribir alguna vez. Es esa persona que está de cara al público en cualquier establecimiento y/o servicio y… bueno, simplemente es nulo. No es mala persona, ni siquiera es vago… es nulo.
- Las listas de cosas / Las fotos de políticos veraneando
1 comentario
Como esto de las listas me entretiene y además el tema me gusta, ahí van las cosas que odio/amo del verano. Solo enumeraré unas pocas. Seguro que luego se me ocurren más, pero estas son sin duda las más importantes para mí:
1. El calor / la playa. Odio sobre todo las altas temperaturas nocturnas, dar vueltas y vueltas en la cama y mirar la hora cada 15 minutos. Por el contrario, el calor y el verano me acercan más aún a la playa. Voy durante todo el año a pasear sin rumbo fijo y perderme con el ruido de las olas y el olor a mar. Pero en verano me levanto temprano y me dedico a pasear y pasear por la orilla de mi Atlántico.
2. Las ampollas / el Camino de Santiago. El Camino de Santiago es una de esas experiencias que todos deberíamos vivir alguna vez en la vida. Yo llevo ya dos años consecutivos haciéndolo y no quiero parar. Pero andar, andar y andar tiene sus consecuencias en verano: las malditas ampollas…
3. Aburridas reuniones familiares / encuentros con amigos. En verano viene toda mi familia paterna de Madrid a Punta Umbría (Huelva) y, teniendo en cuenta que mi padre tiene 10 hermanos y somos tropecientos nietos y bisnietos, más la abuela, las reuniones se hacen un poco numerosas de más. Sin embrago, el verano es el momento del reencuentro con amigos, los amigos de la infancia, tu pandilla de verano, tus amigos del alma… Barbacoas, cenas, fiestas, conciertos… ¡Me encanta el verano!
4. Llamadas de trabajo / vacaciones. Deberían ser incompatibles, pero en mi caso no lo son. En fin, para no meterme en líos, lo dejo ahí…
5. Los domingueros catetos en la playa / la alegría de los niños. ¿No os maravilla la risa de los niños jugando con las olas o haciendo castillos en la arena? Quién fuera niño en verano… Por el contrario, esos domingueros catetos, con música hortera y gritos verduleros… Esos, esos domingueros. ¡Arggggg!
6. Las fiestas descontroladas y el alcohol desmedido / los amores de verano. Ay, los amores de verano, con sabor a sal y a mar…
7. La tele / las lecturas de verano.